martes, 4 de agosto de 2009

Cantalpino, un año más

El campo de trabajo reúne a los niños del pueblo de Sor Eusebia Palomino para pasar un verano diferente.
Desde el día 17 de julio, 14 voluntarios, procedentes de Madrid, Baracaldo, Urnieta, Vigo, Salamanca y Cantalpino, están trabajando de lleno en el campamento que cada verano, la inspectoría realiza con los niños del pueblo de Sor Eusebia: apoyo escolar, talleres, juegos, deportes, piscina, excursiones… un montón de actividades para convivir, formarse y disfrutar con los amigos. Al mismo tiempo, los voluntarios hacen su proceso de formación en la animación sociocultural y comparten su trabajo, mucha convivencia, oración y amistad. ¿La novedad? Este año el grupo de chicos y chicas de la inspectoría de Bilbao.- SDB que se han animado a vivir esta experiencia del campo de trabajo.
Y como siempre me siento ante el ordenador para contar la noticia, y pienso que cada año hay que escribir algo para Caminamos, y algo para la web… y que más o menos, la noticia se repite. ¡Son trece años ya! Recuerdo el primer campamento, en el año 1997, con un grupo de voluntarios que procedían de León y de alguna que otra inspectoría más, casi cien niños que participaban y mucha ilusión por la nueva experiencia. Y ahora llegó de nuevo, un verano más. Es viernes y es día de mercadillo; me encuentro con muchas caras conocidas que me saludan con cariño y expresan la alegría de que estemos allí. Me cuentan que mañana se casa Enrique, uno de los primeros chavales que participaron en el campamento. Sonrío… recuerdo aquel grupo que me llevaba en la moto de un sitio para otro y que intentaba hacer algo de provecho en las clases de lengua y matemáticas. Recuerdo con cariño a Marcos, que murió hace unos años trabajando en un pozo…
Me acerco hasta la casa, los niños hacen talleres. Todo es color en la sala. Más tarde empiezan los ensayos, hay que preparar la fiesta de despedida, que llenará el salón-teatro de amigos y familiares. Los más pequeños cantan con desparpajo “cómo dormir a un elefante”, los mayores y medianos repasan los versos de la obra que van a representar.
En la cocina Carmen termina la comida, que con tanto cariño prepara para que el equipo reponga fuerzas. ¡El último que llegue, bendice! Es la consigna para avisar de que la comida está lista. Los niños ya se han ido y la sala ha quedado recogida. En la comida bromas y buen humor, el comentario de la jornada y las alabanzas a la cocinera. Tras un tiempo de descanso, los voluntarios comienzan su tiempo de formación. Ya por la mañana han compartido la oración, ahora escuchan, dialogan, se plantean temas esenciales en su tarea de animación sociocultural y en el carisma salesiano.
Y de nuevo a la misión. Hoy vamos a la piscina. Tiempo para estar entere los chavales, jugar, divertirse, disfrutar del agua... En la piscina, más amigos que te encuentras, chavales que te saludan, jóvenes que un día fueron niños en el campamento y que se ofrecen para echar una mano: - Yo, el año que viene seré voluntario, ¿puedo?
Tengo que volver, allí los dejo a todos cantando algo por dentro. ¡Esto merece la pena! Presencia salesiana en Cantalpino, valorada y agradecida. Sí, de nuevo, un año más en Cantalpino!